29 noviembre 2005

Imperfección relativa asumida

La imperfección y la perfección son muy relativas. La imperfección relativa asumida es un concepto que he aprendido a valorar en mis experiencias profesionales. Es aplicable a otras esferas de la vida, como la familiar, pero yo la comento en términos empresariales. Como consultor lo tengo muy presente.

Cuando empiezo un trabajo en una empresa, generalmente, es debido a un desajuste entre la imperfección percibida y el grado de imperfección asumible como correcto. Mientras no se llega a ese punto de equilibrio temporal, el trabajo se desarrolla de forma fluida y rápida. A partir de ahí, la cosa se complica. Tanto la dirección como el personal se empiezan a sentir cómodos y su colaboración e implicación se debilita significativamente.

Suelo baremar el grado de cumplimiento de mis objetivos en función de un tanto por ciento con respecto al punto que yo considero, según las circunstancias, como "perfecto". Además me muevo de forma flexible entre los distintos objetivos marcando prioridades. El resultado es que la mayoría de los objetivos terminan, antes de la paralización, sobre el 70 al 90 % de esa escala. Aquí empiezan las dificultades. Ya se han cubierto las necesidades y prioridades básicas y al cliente y los trabajadores les importa poco mi "grado de perfección relativo". Ellos ya tienen su grado de imperfección relativa asumida. Un ejemplo puede ser la implantación de un sistema de Calidad, hay que retrasar al máximo la auditoría de certificación ya que una vez conseguido el maldito bendito sello la mayoría de los empresarios se darán por satisfechos.

A partir de este momento el grado de maduración de las acciones, cuando no se paraliza, se alarga. Al final terminas dudando de quien tiene razón: ellos o tú. Hasta que punto no les estas tratando de vender soluciones a necesidades que no tienen.

Ahora he llegado a ese punto con un cliente. Es hora de poner a hibernar la relación profesional antes de que se deteriore. Eso me cuesta bastante por la seguridad que supone un cliente y porque se enfrían ciertas relaciones personales que voy a echar de menos, pero... Es mejor dejar buen sabor de boca y esperar a tiempos mejores; a cuando se desequilibre de nuevo la imperfección percibida y la asumible. Seguir me genera cierta insatisfacción y hasta lo veo un poco deshonesto por mi parte. Dejo pendientes algunos temas importantes alrededor de la gestión de costes pero no les toca todavía. Puede que les toque dentro de unos meses o puede que no. Veremos como madura la cosa.

Esto da mucho juego entre los distintos conceptos: perfección, imperfección, percibida, real, asumida, equilibrio imperfecto, ... Pero no quiero cansarlos.

Supongo que esto es trasladable a personal interno "inquieto", aunque después de estar en esa posición, reconozco que luchar contra el límite impreciso y delicado que he tratado de explicar en esta entrada, es mas difícil desde dentro.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola,
creo que uno de las cualidades de alguien que se dedique a lo que tu haces es detectar anticipadamente la llegada de ese punto de "satisfaccion relativa" de tud clientes, para evitar malgastar parte de los recursos en forzar un incremento de satisfaccion que no va a ser demandado ni reconocido.
Enhorabuena por tus coemtarios.

30/11/05 17:20  

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