10 diciembre 2005

El empresario avestruz

Al hilo de una réplica de mi entrada anterior y una entrada ajena; me he puesto a reflexionar sobre el comportamiento de algunos empresarios, que sobreponen su tranquilidad emocional a los intereses reales de la empresa y por extensión, a medio y largo plazo, sus propios intereses.
Este tipo de empresarios suelen tener una capacidad sorprendente para el auto-engaño y para reducir la casuística empresarial a niveles ridículos para la toma de decisiones, pero, por otra parte, muy tranquilizadores para su ego.

Normalmente un empresario debe estar constantemente preocupado por una sana reducción de costes vía optimización de procesos, mejoras organizativas y aumento de la eficacia. Sin embargo en la mayoría de las ocasiones "no se acuerdan de Santa Bárbara hasta que truena". Suelen obviar estas preocupaciones hasta que se reduce el nivel de ventas. En ese momento recurren a interminables y estúpidas ego-reuniones para reducir costes.

Las considero estúpidas por dos razones. La primera es que suelen ser inútiles, porque casi siempre son para cosas tan importantes como para reducir el consumo de cartuchos de impresión. Y segundo, y sobre todo, porque para una reducción efectiva de costes tiene que haber una aportación e implicación directa del personal implicado. En este caso una reunión casi-inculpatoria que tiene lugar en un ambiente enrarecido por la reducción de los beneficios de la empresa, no es la mejor forma de reducir costes y, sobre todo, para ganarse al personal para que "apueste" por la organización en una época de vacas flacas.

Aún puede ser peor, si se viene de un ritmo de "inversiones" dilapilatorias por parte del empresario y se haya gastado en un viaje de auto-ego sin sentido, mucho más de lo que sería posible ahorrar en impresiones durante 30 años de vida de la empresa (aunque seguramente para dentro de tanto tiempo no existan las impresoras ni la empresa). Ese doble rasero en la contención de gastos también puede desmoralizar y hacer inviables las medidas para su reducción.

Pienso que en estas situaciones de reducción de ventas, es mas interesante que el empresario se vuelque en la obtención de pedidos y nuevos clientes. Eso será percibido por el personal como un importante esfuerzo en bien de la organización y, casi seguro, que corresponden con un esfuerzo paralelo, que se puede traducir en un aumento de productividad y en reducciones de costes. Sin embargo el empresario prefiere dedicarse a quemar a sus empleados en ego-reuniones con personal servil a tratar con clientes hostiles. Su ego seguramente se verá recompensado; su empresa y su futuro difícilmente.

Aunque optar por este tipo de actuaciones también le facilita el auto-engaño en caso de quiebra. Desde aquí solo hay un paso para culpabilizar de la misma a sus trabajadores: "Los trabajadores no se han implicado con la empresa y sus problemas", "Si yo hubiese contado con profesionales válidos",... De esta forma se puede seguir ocultando a si mismo sus pésimas facultades para la dirección.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Aunque comparto bastante del contenido general del artículo hay algunos puntos en los que discrepo.

En primer lugar, mi experiencia me dice que la mayoría de los casos de crisis empresarial que describes se deben a falta de capacidad de gestión del empresario, más que a una búsqueda más o menos deliberada de su tranquilidad emocional.

La mayor parte de los empresarios han destacado por alguna habilidad que les ha permitido levantar y mantener la empresa: relaciones públicas, habilidad comercial, gran capacidad de negociación... Pero rara vez por sus conocimientos de gestión.

Mientras el entorno competitivo es estable la empresa funciona. Al no tener conocimientos de gestión no buscan la mejora continua, se conforman con mantener el "statu quo". Si a final de año la empresa da beneficios todo va bien, pero cuando se tuerce la cosa empiezan los problemas.

Por su falta de conocimientos de gestión se enfrentan con un problema que no saben como plantear para poder resolverlo. Así que intentan medidas desesperadas sin pensar y sin ninguna probabilidad de éxito.

Si no se han estudiado las causas del problema y planificado las acciones a tomar, que el empresario opte por reducir costes o por intentar vender más es prácticamente indiferente.

Si el empresario es carismático posiblemente consiga que el personal se vuelque, al menos temporalmente, pero no solucionará el problema.

Para que el personal se crea un cambio de actitud y se vuelque hace falta fundamentalmente una cosa: comunicación. Si se explica la situación y se hace partícipe al personal del problema, quizás, si aún no es demasiado tarde, la empresa remonte el vuelo.

10/12/05 14:24  
Blogger LibertaCom said...

Tenía la sensación de que no era justo al dejar ocultas entre líneas muchas cosas. Al tratar de generalizar un caso particular he caido en la trampa de obviar puntos importantes de este caso concreto.

El mismo se caracteriza por varias cosas:

1ª) El empresario ha estado, durante varios años de bonanza, dando bandazos comerciales sin mas guía que fijarse en lo que hacían otras empresas importantes (pero no buen referente para su caso) del sector. Eso le ha impedido reforzar su posición estratégica y mientras dilapidaba recursos y esfuerzos en "batallitas" ha perdido la oportunidad de consolidar su ventaja competitiva real.

2ª) El crecimiento de la empresa ha sido mal asimilado por este empresario. Lo ha echo propio y ha menospreciado las oportunidades de mejorar sus habilidades de gestión y liderazgo. Lo único que ha evolucionado en él ha sido su ego y la distorsión de la realidad que el mismo le producía.

3ª) Ha secuestrado la empresa. Esto ha echo que personas que ayudamos en su organización y crecimiento no pudiesemos sentir la misma como un proyecto propio.

4ª) Y como consecuencia de lo anterior ha hipotecado el futuro de la empresa. Ha llevado a cabo ruinosas inversiones, con la oculta pretensión de poder ponerle a su empresa la coletilla de: Menganito Group.

5ª) Al final ha derivado en un estilo de dirección autoritario. Por supuesto, esto ha alejado la crítica y la mejora de la empresa; pero ahora está mucho mas cómodo recibiendo reverencias y comentarios sobre sus golpes de golf (mientras de mes en mes trata de maquillar los resultados ante sus socios).

Bueno, no sigo echando bilis, que van a terminar pensando que es una cosa personal. Aunque tal vez tengan razón y me siga jodiendo que secuestrara e hipotecara algo por lo que luché durante tantos años. El empresario tiene todo el derecho del mundo a quedarse con los beneficios de sus empresas, pero no así con la propia empresa. La empresa bien entendida es algo que supera la propiedad del dueño, el otro tipo de empresa es esa en la que se hace "lo que le sale de los huevos que se haga al jefe" y los trabajadores tratan de pasar el día los mas tranquilos y relajados que sea posible. Me parece que este tipo de empresa tiene los días contados, en el ultra-competitivo mundo empresarial actual, ya no es suficiente con que solo el empresario este alerta ante oportunidades y problemas de la empresa, ahora tiene que estar toda la organización. Establecer los mecanismos adecuados para darle cauce a la información y sugerencias que puedan aportar los trabajadores, proveedores y clientes, es algo fundamental.


Joder tengo que dejar esta manía de apostolizar y dedicarme con mas empeño en sacar adelante mi propia empresa ;)

10/12/05 17:15  
Anonymous Anónimo said...

Coincido plenamente en que el modelo "ordeno y mando" no es precisamente el ideal, pero por desgracia todavía le quedan algunos asaltos.

No todas las empresas pueden ser entornos colaborativos dónde todos aporten, unas veces, por la naturaleza del negocio y, las más, por la naturaleza humana.

Las mismas bajas pasiones que se ven en ese empresario se esconden en muchos empleados, suelen ser menos evidentes por el limitado alcance de sus decisiones y por estar menos expuestos a escrutinio público, pero eso sólo las hace menos condenables, si acaso, por sus menores consecuencias.

Hay demasiada gente incapaz de aceptar sus responsabilidades, demasiada gente que prefiere pasar el rato que implicarse, demasiada gente que secuestra información, demasiada gente que pasa más tiempo justificando sus errores que arreglándolos, demasiada gente que...

Con esa mentalidad, ni como empresario ni como trabajador se puede lograr un lugar de trabajo eficiente y motivante.

10/12/05 19:00  
Blogger LibertaCom said...

¡Ahora si que me has tocado! No tengo mas remedio que escribir una entrada que tenía pendiente sobre El 10%.
Cuando te pones a escribir, terminas imaginando una empresa utópica y tal vez en este mundo (y en el mundo en general) tengamos que movernos en un ambiente de imperfección relativa muy alto.

10/12/05 20:33  

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